ANTICONSTITUCIONALIZACIONALMENTE ESTUPIDO

Si estas buscando una web y por equivocación pulsas la página 10 de resultados del google, entrando aquí, entonces es que este es tu sitio. El destino, tu atrofia muscular en las manos o la pura o puta mala o buena suerte han dado con tus huesos en este "usted está aquí" y sabes de sobra, aunque no logras expresarlo con palabras, que contra eso no se puede bregar, así es que es mejor que te dejes llevar. A lo mejor sacas algo en claro, aunque sólo sea el no sacarlo.

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Lugar: Spain

jueves, junio 16, 2005

DOCTOR JEKILL Y MR HYDE

(Con voz grave, al estilo de los trailers) Un quiosquero.Un médico.Una fulgurante y tórrida juventud a medio camino entre la transgresión más delirante y el ostracismo más zahiriente. No se podían imaginar lo que tras ese velo les aguardaba. La intrascendencia más absoluta, la irrelevancia más deleznable. Un trepidante viaje hacia la más irrisoria de las diversiones. Prepárese a terminar con sus estudios universitarios antes de que sus estudios universitarios terminen con usted. Procuré recordar cada estúpida anécdota universitaria por la que haya pasado por que…será lo único que pueda contar a sus nietos sin sumergirlos en el sopor. Chan! CHAN! CHAN!
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DOCTOR JEKILL Y MR HYDE

Los felices años 20 de nuestra idiotizada generación x son, como diría el título de alguna mediocre película española, los mejores años de nuestra vida. Si las vacaciones de cada año de un empleado consisten en un mes de doce en el que no queda otro remedio que visitar el mismo pueblo paleto a orillas del mar, las vacaciones de la vida de una persona son los cuatro o cinco años que se pasa en la universidad. Si uno analiza isométricamente la evolución de la gente en esos años se da cuenta de que finalmente van perdiendo energía, chispa, dinamismo y les va desapareciendo el interés por las banalidades, que son las que realmente hacen que algo sea trascendente en la vida. Porque, qué significa un titulo de médico para alguien que no ha tenido esas vacaciones más que el zahiriente recuerdo diario de su fracaso como ser humano a costa de su triunfo como contratador de un seguro de vida envasada al vacío? Significa, probablemente, lo mismo que el par de chavos que gana en el kiosko el vendedor de chucherías que te atiende ensimismado y con la mirada puesta en tiempos pasados en los que no supo ponerse en el centro de una imaginaria balanza. Pertrechado de esta forma acude nuestro médico cada fría mañana a su consulta tras leer los titulares de la prensa en el kiosko de abajo; un leve gesto es correspondido por un ligero cabeceo de reconocimiento por parte del kiosquero. Entra en el garaje, que protesta como siempre con un chirrido. Un familiar aroma a neumático quemado y derramada gasolina le invade repentinamente las congestionadas fosas nasales; ahí lo tiene, perfectamente aparcado, con las ruedas ligeramente giradas hacia la derecha, como a él le gusta. -”piupiu!” , el abrigo en la parte trasera, motor a todo trapo, freno de mano fuera y ya estamos esperando a que la viejecita cruce el paso de cebra, oportuno momento para encender la radio “- Los cuarenta principaaaaaaalesss!!!”.un par de toques rítmicos al dorso del volante con las palmas de las manos y dos o tres vaivenes con la testa y el ánimo se anima. Veinte minutos, -“no, gracias, no quiero que me limpies el parabrisas”, pagar por aparcar, enfundarse la virginal bata blanca y estar ya sentado frente a la lista de pacientes de hoy. Si en la facultad las relaciones sociales con sus compañeros se basaban en el préstamo de apuntes, ahora sus mejores amigos son sus pacientes, con los que queda una vez al mes para hacerles un diagnóstico. La enfermera entra y sale veinte veces cada hora con un portazo que reta a duelo constantemente al pisapapeles de cristal, pero la helada ciudad interior no presta atención. Títulos académicos, títulos honoríficos, recomendaciones ilustres, reconocimientos monárquicos. El redundante reloj de pared de Quartz hace lo mismo que todos los días y cuando llega a las dos es momento de volver a casa a comer las apetitosas sobras de la cena de ayer. Que haya una amenaza de bomba en Madrid o que un tipo se suicide con una escopeta tras pasar por la quilla a su mujer, como asegura el noticiario, no es motivo para perderse la mejor parte de cada día, así que se emplea a fondo durmiendo la acostumbradamente meticulosa hora de la siesta. Confusos sueños sobre olas marinas de gran envergadura se funden con la fina catarata de baba que se desliza con cautela por la comisura derecha de la boca; significa que el descanso ha acabado. Tres horas mas de consulta privada, cuatro de morfina televisiva y ocho de “la mejor parte del día” le llevan a las siguientes veinticuatro horas, diferenciadas de las anteriores y la posteriores tan solo en el numero, nombre y santo que aparece en el casi despegado calendario de la cocina. La excepción que confirma la regla aparece en forma de fin de semana; el sábado es la semanalmente esperada noche de fiesta(tiene todas las temporadas grabadas en cinta) y el domingo es el dia especial , el día del señor médico, su partido prepagado, sus películas alquiladas en el videoclub, su deliciosa cerveza negra apropiadamente servida en jarra de cristal helada, y acabar la velada sintiéndose el hombre mas dichoso que conoce. Antes de acostarse le viene a la mente algo que alguien le dijo sobre no se que cualidad que daba la felicidad. Cierra los ojos y las comisuras anteriormente citadas se acercan levemente y de forma paralela a la nariz.
Arropado por el último número de la quebradiza penthouse, inextricables crucigramas pierdetiempos y sugerentes bólidos curvilíneos, emerge sobre un astillado y cojo taburete de en otros tiempos barroco mimbre la estampa desaseada del impávido kioskero, esperando exánime la aparición de la infantería pueril que concluye a diario su formación en el colegio de enfrente. Vuelve a casa hasta los testículos de vender dulces con la cara amarga, y esa puñetera radio que escucha durante toda la mañana, con sus reiterativas y monótonas sintonías que se meten en el cerebro y no dejan pensar. Tras imaginar nuevos métodos de cagarse en la trinidad, introducir la llave al reves en la desgastada cerradura y saludar a un par de estúpidos vecinos que no tienen a bien responder, enciende la cadena, pone buena música y empieza a elaborar mentalmente el plan del día. Cogerá el teléfono, hará un par de llamadas y estará listo para la vida nocturna. El pelo, ya lacio, se cae a mayor velocidad que antes y entra en conflicto con el desagüe de la ducha con cada vez más malas maneras. Se reune con los amigos, unos de siempre, otros de nunca y algunos de postal y de camino a los baretos que ahora frecuenta mira de reojo aquellos que frecuentó y que tantas anécdotas ocasionaron en años de inocencias y expectativas juveniles. Solterones babosos a la caza infructuasa de treintañeras secas e insatiscfechas que otrora fueron pringadetes ingenuos e insaciables en busca de guarrillas hiervegüevos de buena estampa es lo que ve aquí y acullá; y entre las leves tonalidades iridiscentes de las siempre enérgicas bolas discotequeras y los fasionables espejos de las asimétricas paredes se entremezclan su sombra y su reflejo hasta confluir en él en el mismo momento en que el último trago de la copa de wishkey penetra cual pura sangre en su ya un poco denostado estómago. Consciente de la breve concesión temporal que le otorga el ofuscamiento se aproxima a una antigua compañera de facultad con la que siempre se echó unas risas con el objetivo de regresar moralmente triunfante y con la esperanza de mantener imperecedero el sentimiento younger, que tanto lamenta en él como desea y necesita; unido a ese pensamiento, una sonrisa cómplice, un vistazo panorámico más allá de las paredes y el recuerdo de lo que le dijo un día a alguien.

JASAS

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

TENEMOS MAS TIEMPO DEL NECESARIO PARA SER ESTUPIDOS....
POR FAVOR NO PAREN EN LA ESTACION DE LA ALIANACION SOCIAL.
ME VOY DE VACACIONES A LA VERDAD.
FABIORGOLA

noviembre 17, 2006 5:36 a. m.  

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