EL VÓRTICE HUMANO

Hordas y hordas de zombis se congregarán estos días en las aulas de mi facultad para probar suerte con los exámenes entre ininteligibles balbuceos como "Me cagu in die, con lo aguto que taba yo ordeñando a las cabras pa'lla pa mi pueblo ande el monte". En realidad lo que tenían pensado decir es lo que viene a continuación, pero no son capaces de expresarse así que yo les haré de traductor.
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EL VÓRTICE HUMANO

El hombre de nuestro tiempo se ha anclado tan férreamente en la comodidad, en una concepción del éxito individual tan preestablecida, que resulta utópico encontrar entre la gran masa de "ganadores de vida" en que se ha convertido el progreso, una personalidad que destaque del resto, que brille con luz propia. La superación de las grandes crisis económicas, las grandes guerras y las inestabilidades políticas de antaño, que hicieron surgir grandes pensadores, literatos y en definitiva artistas, que luchaban con las armas que encontraban al verse obligados a escarbar en sí mismos, han dado paso a héroes impersonales. Ya no son Montesquieu, Goethe o Renoir, que se alzan por encima de los pequeños hombres, quienes tienen el poder de cambiar la visión del mundo; sino que son Bill Gates, George Bush y Ferrari, quienes tienen el poder de comprar el mundo. A medida que los problemas se solucionen y el hombre se vaya viendo sometido a una menor presión, el arte dejará de existir, dejará de existir siquiera nadie con la capacidad de distinguir lo que es arte de lo que no lo es, porque lo bello brota de la desesperación, nunca de la satisfacción. El genio contemporaneo existe, pero es sin duda anónimo, y se encuentra tan desengañado y tan convecido de como ha de funcionar para sobrevivir, que jamás se convertirá en lo que su potencial le ofrece. Nadie apuesta actualmente por sus verdaderas facultades sino que elige un camino recto, una línea de puntos. No hay lugar para la improvisación y la aventura; no cuando se sabe que se puede arriesgar una vida asequible con un buen trabajo y una buena familia por un sueño, imposible por escepticismo. Si hay algo que perder, no como antes. Si Napoleón hubiese nacido en 1981, no habría pasado de concejal aficionado a los juegos de estrategia por ordenador, y si Bill Gates hubiese vivido en el siglo XVIII, habría alcanzado su plenitud como cuidador de animales en una granja de Texas, pero otro igual que él le habría sustiduido a las puertas del siglo XXI. No estoy tan convencido sin embargo, de que alguien hubiese hecho, para mal y para bien, lo que Napoleón hizo en su tiempo...Notarse constantemente desubicado y con una sensación de irrealidad recorriendo el cuerpo, es revelador de pertenecer a un momento equivocado de la historia. Es muy probable que los elegidos del pasado se sintiesen así, y acababan erigiéndose en visionarios, por supuesto maltratados. pero en la actualidad es todo tan ambiguo, tan desoladoramente estructurado, que estos sentimientos empiezan y acaban en una consulta, o con la ingesta de fármacos.

JASAS