EL SINESTETA DEL SENTIR
Que levante la mano el que ya no sabe que hacer con sus vacaciones. Cuanto menos tiempo disponible tiene uno, más cosas quiere hacer y viceversa, que curioso. Es la desidia, que atrae a la vagancia. Eso de levantarse a las dos de la tarde sin haberse acostado muy tarde le hace sentir a uno como un auténtico fantoche. Se está muy agusto en la cama, pero decidme la verdad, ¿no es lo más aproximado a estar muerto? jeje, ahí queda eso.
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EL SINESTETA DEL SENTIR
El de hoy estaba siendo un día soportable, monótono; hasta que me comunicaron la fatídica noticia. Me pilló desprevenido. Mi teléfono móvil, ese con el que juguetean mis dedos cuando el aburrimiento me atrapa, aquel que siempre me acompaña a los peores y a los mejores lugares, no estaba preparado para recibir mensajes multimedia. Me lo dijo el técnico, con gesto serio pero firme, mirándome a los ojos y sintiéndose culpable. Me derrumbé, caí rendido, sentenciado. En ese instante supe que no me recuperaría del golpe, se trataba de una herida profunda, no era mortal pero dejaría cicatriz. Medité, pensé, indagué en mi forma de actuar. ¿Cómo podía haber sucedido? ¿De qué manera podría yo haberlo evitado?. Era peor, mirar hacia atrás me daba vértigo. ¿Qué importaba? Me fui directo a casa, pero por el camino topé con un conocido, al que miré hasta que se percató de mi presencia, me saludó con un “hasta luego”, que quería decir eso?, yo había estado dispuesto a entablar con él una pequeña conversación de deferencia, de las que nada se suele sacar pero que de sencillas que son, sedan y hacen sentirse a uno buena persona…sin embargo no dio lugar a ello, y si mi presencia le desagradaba?, y si el mero hecho de que yo existiese ya suponía para él una carga tan insoportable que rezaba cada día para no encontrárseme? que injusto me resultaba aquello, yo no merecía un castigo así, no merecía un “hasta luego” de un conocido. Con ese pensamiento y la cabeza agachada entré en mi casa y al abrir la nevera para prepararme la cena me llevé una sorpresa, aún quedaba algo de mi comida favorita, creí haber acabado con ella anteriormente. Genial, no cupe en mi de gozo, aprovecharía para saborearla delante de la televisión. Pero no había cerveza, maldición, y la necesitaba para no menospreciar la comida y obtener el sopor justo para no ser demasiado consciente del día tan ajetreado que había tenido con esos incidentes. Al menos transmitían un partido de fútbol, me gustaba ver como una inmensa cantidad de gente se centraba en las evoluciones de unas personas que corrían sin ningún motivo aparente detrás de una pelota, sobre un herboso campo de esos que quieren hacerte creer que los tréboles de cuatro hojas existen, me relajaba. Pero tenía un problema, ya no tenía nada que llevarme a la boca y el partido aún no había acabado, tenía que encontrar más alimento rápidamente, antes de que la sensación de bienestar desapareciese…no quedaba nada, ni siquiera unas patatas fritas, maldito fútbol, cómo me aburría. Tuve que optar por meterme en la cama, seguro de que no me dormiría con facilidad porque la manta era un poco pequeña y no se podía doblar sobre si misma a la altura del cuello y la funda de la almohada era ligeramente más corta que la propia almohada, por lo que corría el riesgo de entrar en contacto con ella cuando pasase el brazo por encima y notar dos texturas diferentes que me dejarían confuso y evitarían que conciliase el sueño. Por qué no se había secado aún la funda original de la almohada? Odiaba esas almohadas gruesas con bolas de algodón dentro y duras como las piedras, olían a animal muerto y a pueblo yermo. Si en diez minutos no perdía el sentido me levantaría a escuchar la radio, pero que dolor pulsar esos botones tan gastados y tan rebeldes, y las uñas me las había cortado hace pocos días con las tijeras buenas. Mejor me dormiría en los diez minutos estipulados, aunque ya solo me quedaban ocho, no deberían contar estos dos minutos de reflexión porque podría tener que levantarme sin realmente quererlo.
JASAS
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EL SINESTETA DEL SENTIR
El de hoy estaba siendo un día soportable, monótono; hasta que me comunicaron la fatídica noticia. Me pilló desprevenido. Mi teléfono móvil, ese con el que juguetean mis dedos cuando el aburrimiento me atrapa, aquel que siempre me acompaña a los peores y a los mejores lugares, no estaba preparado para recibir mensajes multimedia. Me lo dijo el técnico, con gesto serio pero firme, mirándome a los ojos y sintiéndose culpable. Me derrumbé, caí rendido, sentenciado. En ese instante supe que no me recuperaría del golpe, se trataba de una herida profunda, no era mortal pero dejaría cicatriz. Medité, pensé, indagué en mi forma de actuar. ¿Cómo podía haber sucedido? ¿De qué manera podría yo haberlo evitado?. Era peor, mirar hacia atrás me daba vértigo. ¿Qué importaba? Me fui directo a casa, pero por el camino topé con un conocido, al que miré hasta que se percató de mi presencia, me saludó con un “hasta luego”, que quería decir eso?, yo había estado dispuesto a entablar con él una pequeña conversación de deferencia, de las que nada se suele sacar pero que de sencillas que son, sedan y hacen sentirse a uno buena persona…sin embargo no dio lugar a ello, y si mi presencia le desagradaba?, y si el mero hecho de que yo existiese ya suponía para él una carga tan insoportable que rezaba cada día para no encontrárseme? que injusto me resultaba aquello, yo no merecía un castigo así, no merecía un “hasta luego” de un conocido. Con ese pensamiento y la cabeza agachada entré en mi casa y al abrir la nevera para prepararme la cena me llevé una sorpresa, aún quedaba algo de mi comida favorita, creí haber acabado con ella anteriormente. Genial, no cupe en mi de gozo, aprovecharía para saborearla delante de la televisión. Pero no había cerveza, maldición, y la necesitaba para no menospreciar la comida y obtener el sopor justo para no ser demasiado consciente del día tan ajetreado que había tenido con esos incidentes. Al menos transmitían un partido de fútbol, me gustaba ver como una inmensa cantidad de gente se centraba en las evoluciones de unas personas que corrían sin ningún motivo aparente detrás de una pelota, sobre un herboso campo de esos que quieren hacerte creer que los tréboles de cuatro hojas existen, me relajaba. Pero tenía un problema, ya no tenía nada que llevarme a la boca y el partido aún no había acabado, tenía que encontrar más alimento rápidamente, antes de que la sensación de bienestar desapareciese…no quedaba nada, ni siquiera unas patatas fritas, maldito fútbol, cómo me aburría. Tuve que optar por meterme en la cama, seguro de que no me dormiría con facilidad porque la manta era un poco pequeña y no se podía doblar sobre si misma a la altura del cuello y la funda de la almohada era ligeramente más corta que la propia almohada, por lo que corría el riesgo de entrar en contacto con ella cuando pasase el brazo por encima y notar dos texturas diferentes que me dejarían confuso y evitarían que conciliase el sueño. Por qué no se había secado aún la funda original de la almohada? Odiaba esas almohadas gruesas con bolas de algodón dentro y duras como las piedras, olían a animal muerto y a pueblo yermo. Si en diez minutos no perdía el sentido me levantaría a escuchar la radio, pero que dolor pulsar esos botones tan gastados y tan rebeldes, y las uñas me las había cortado hace pocos días con las tijeras buenas. Mejor me dormiría en los diez minutos estipulados, aunque ya solo me quedaban ocho, no deberían contar estos dos minutos de reflexión porque podría tener que levantarme sin realmente quererlo.
JASAS
4 Comments:
Muy buenos los últimos textos, pero lo de la CLN no debías haberlo puesto, qué humillante...
Eso mismo pensé yo Pepote, pero me vale de ejercicio de genuina integridad en detrimento de opiniones cohibidoras agenas. Es más, se podría decir que en un ambiente de frikismo, en realidad el friki era yo.
uffff, este me ha resultado imposible, demasiado largo, demasiado insufrible... no lo he leído... vamos a ver el siguiente...
¿Cuantas páginas tienen los libros de dragones y gnomos que te lees? no creo que sea demasiado largo, de todas maneras para gustos ya se sabe, pasa de este texto y habla del que te guste.
PD: ¿Como sabes que es "demasiado insufrible" si "no lo he leido"?
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