NOSOTROS, LOS DESCONOCIDOS
El conocimiento. Pero no referido a todo aquello que se aprende o que se descubre, sino en cuanto a las personas. La acción de conocer personas. El proceso por el cual se pasa de ser un desconocido a ser conocido por alguien o de alguien. El acontecimiento tiene lugar en congregaciones de individuos aparentemente arbitrarias y circunstanciales. El colegio, la universidad, la oficina. El bar, la biblioteca, el gimnasio. Todos esos lugares fueron, en realidad, ideados para que dos personas al azar se conociesen y acabasen yendo al resto de sitios juntos, por algún motivo común.
El mecanismo del conocerse es la auténtica evolución demográfica. El mundo, en realidad, está compuesto por un número muy pequeño de personas: aquel que coincide con las personas que cada uno conocemos, de tal forma, que para cualquier sujeto, a efectos prácticos, el mundo está únicamente habitado por las personas que conoce. Las demás, de existir, son del todo irrelevantes y no distan en nada de un objeto cualquiera.
De esta manera, cuanto mayor sea el número de personas conocidas, mayor será la población del mundo para cada uno, y con más personas tendrá que compartir esa propiedad. La única forma de ser el dueño del mundo, es no conocer a nadie. El que vive en una cueva es pueblo y rey a la vez. Quien es extremadamente sociable, no manda ni en sí mismo.
Conocerse alcanza un punto álgido. Es entonces cuando entra en juego otro proceso, mucho menos estudiado pero igual de extendido: desconocerse. Es el polo opuesto, y en vez de tener lugar en los sitios físicos señalados anteriormente, sucede en lugares mentales, en el pensamiento. Se pasa de conocer a una persona a desconocerla con el paso del tiempo. No es tan repentino como conocerse. Igual que se dice “nos vamos conociendo poco a poco”, debería decirse, y con mayor exactitud, “nos vamos desconociendo poco a poco”. Es por ello que según avanza la edad de un individuo, menos conocidos tiene, porque ha ido desconociendo a la mayoría con el paso de los años.
Sería estupendo quedar para desconocerse, tener citas para poder acabar desconociendo a alguien. Fijarse en alguien que conoces e intentar desconocerle. Y una vez desconocidos, quien sabe si quizá el azar o el destino podría llegar a hacer posible el volver a conocerles. En mi caso, nunca me gustó conocer a los desconocidos.
JASAS
El mecanismo del conocerse es la auténtica evolución demográfica. El mundo, en realidad, está compuesto por un número muy pequeño de personas: aquel que coincide con las personas que cada uno conocemos, de tal forma, que para cualquier sujeto, a efectos prácticos, el mundo está únicamente habitado por las personas que conoce. Las demás, de existir, son del todo irrelevantes y no distan en nada de un objeto cualquiera.
De esta manera, cuanto mayor sea el número de personas conocidas, mayor será la población del mundo para cada uno, y con más personas tendrá que compartir esa propiedad. La única forma de ser el dueño del mundo, es no conocer a nadie. El que vive en una cueva es pueblo y rey a la vez. Quien es extremadamente sociable, no manda ni en sí mismo.
Conocerse alcanza un punto álgido. Es entonces cuando entra en juego otro proceso, mucho menos estudiado pero igual de extendido: desconocerse. Es el polo opuesto, y en vez de tener lugar en los sitios físicos señalados anteriormente, sucede en lugares mentales, en el pensamiento. Se pasa de conocer a una persona a desconocerla con el paso del tiempo. No es tan repentino como conocerse. Igual que se dice “nos vamos conociendo poco a poco”, debería decirse, y con mayor exactitud, “nos vamos desconociendo poco a poco”. Es por ello que según avanza la edad de un individuo, menos conocidos tiene, porque ha ido desconociendo a la mayoría con el paso de los años.
Sería estupendo quedar para desconocerse, tener citas para poder acabar desconociendo a alguien. Fijarse en alguien que conoces e intentar desconocerle. Y una vez desconocidos, quien sabe si quizá el azar o el destino podría llegar a hacer posible el volver a conocerles. En mi caso, nunca me gustó conocer a los desconocidos.
JASAS