ANTICONSTITUCIONALIZACIONALMENTE ESTUPIDO

Si estas buscando una web y por equivocación pulsas la página 10 de resultados del google, entrando aquí, entonces es que este es tu sitio. El destino, tu atrofia muscular en las manos o la pura o puta mala o buena suerte han dado con tus huesos en este "usted está aquí" y sabes de sobra, aunque no logras expresarlo con palabras, que contra eso no se puede bregar, así es que es mejor que te dejes llevar. A lo mejor sacas algo en claro, aunque sólo sea el no sacarlo.

Nombre:
Lugar: Spain

lunes, mayo 12, 2008

AFICCIONES

Leer: aquello que se hace con la intención de impresionar al prójimo con una abrumadora cantidad de cultura (el sustituto de la inteligencia) y así poder hacer gala del conocimiento que se tiene sobre hechos inventados por otra persona. Consiste en memorizar la memoria de otro en un intento de sustituir la propia. Cuanto más tiempo haya pasado desde la muerte del escritor, mayor será el reconocimiento otorgado al lector.

Ir al cine: tratar de pasar un día, ya de por si gris y sombrío, en la más absoluta oscuridad, atiborrándose de sal, azúcar y cafeína con la esperanza de tocar unos pechos haciendo un gasto inferior a 10 euros.
La sensación al salir de la sala suele ser siempre de absoluta desolación, como si se acabase de recibir la peor de las noticias. Con la incapacidad de articular palabra alguna en el camino hacia la luz, sólo se alcanza a farfullar “bueno, no estaba mal, para pasar el rato”.

Jugar pachangas: patético intento de subir la autoestima y mantenerse en forma doblegando alcohólicos crónicos y obesos mórbidos en fase terminal.

Viajar: salir huyendo con el rabo entre las piernas. Conocer otras culturas sin tener ni la más remota idea de la propia. Hacer lo mismo de siempre sobre un decorado de fondo diferente.

Jugar a videojuegos: Evitar recurrir al asesinato y/o sexo para desahogarse. Convertirse en el contrincante perfecto para retar a una pachanga.

Salir de fiesta: tratar de pasar un día, ya de por si gris y sombrío, en la más absoluta oscuridad, atiborrándose de alcohol, azúcar y cafeína con la esperanza de tocar unos pechos haciendo un gasto inferior a 50 euros.
La sensación al salir de la sala suele ser siempre de absoluta desolación, como si se acabase de recibir la peor de las noticias. Con la incapacidad de articular palabra alguna en el camino hacia la luz, sólo se alcanza a farfullar “bueno, no estaba mal, para pasar el rato”.
Convertirse en el contrincante perfecto para retar a una pachanga.

JASAS