EL RASTRO DE LOS SIN ROSTRO
Cuando paseo por mi ciudad, hay veces que creo que me encontraré con alguna vieja cara, con algún antiguo amigo, aunque sepa que es imposible porque ya no están allí. Pero la sensación que me recorre es la misma que cuando si estaban. Es un sentimiento de espera inacabable. Como el de quien espera un tren que se retrasa porque nunca llegó a salir.
Lo que me inquieta es el hecho de estar yo paseando y poder ser encontrado, pero ya no por esas personas pasadas, por esas viejas caras...y me pregunto si por ello soy ahora menos real que antes, puesto que mi todo está conformado en parte por esas personas y el tiempo que pasaba con ellas.
Se podría plantear la idea de que, en la actualidad, esa vida, por consiguiente, estaría conformada por las caras del presente, de hoy, pero es una ley inevitable que con el paso de los años el círculo de caras se va reduciendo, se va quedando en unas pocas caras identificables y muchas apenas definidas, que aún a pesar de encontrarse cercanas en el espacio, se sienten como muy lejanas en comparación con las antiguas.
Aumenta el número de caras total, pero disminuye el del sitio donde crecí y en donde soy más yo. Haciendo ese sitio más impersonal. Imaginario casi. Como si fuese su propia réplica ocupada por personas sin cara. Y yo en medio. Con mi cara sobrante, difusa para el resto. Pero mis ojos no dejan de buscar y mi pensamiento de pensar que allí tienen que estar las caras antiguas, doblando cualquier esquina, sonriendo en cualquier bar...
JASAS
Lo que me inquieta es el hecho de estar yo paseando y poder ser encontrado, pero ya no por esas personas pasadas, por esas viejas caras...y me pregunto si por ello soy ahora menos real que antes, puesto que mi todo está conformado en parte por esas personas y el tiempo que pasaba con ellas.
Se podría plantear la idea de que, en la actualidad, esa vida, por consiguiente, estaría conformada por las caras del presente, de hoy, pero es una ley inevitable que con el paso de los años el círculo de caras se va reduciendo, se va quedando en unas pocas caras identificables y muchas apenas definidas, que aún a pesar de encontrarse cercanas en el espacio, se sienten como muy lejanas en comparación con las antiguas.
Aumenta el número de caras total, pero disminuye el del sitio donde crecí y en donde soy más yo. Haciendo ese sitio más impersonal. Imaginario casi. Como si fuese su propia réplica ocupada por personas sin cara. Y yo en medio. Con mi cara sobrante, difusa para el resto. Pero mis ojos no dejan de buscar y mi pensamiento de pensar que allí tienen que estar las caras antiguas, doblando cualquier esquina, sonriendo en cualquier bar...
JASAS