POR LOS CICLOS DE LOS CICLOS
Me encuentro aquí, como tantas otras veces, frente a un folio completamente en blanco. Parece reírse de mi y volverse más cegador a cada segundo que lo contemplo. No hay en él ni una letra que lo ilumine, ni un acento que le dé color, ningún punto que de mi lo aparte. Es el autorretrato de lo que hay tras mi rostro. Cuanto más se quiere expresar, menor es el espacio que se encuentra para ello. En el momento en que uno se da cuenta de que sabe de memoria su propio pensamiento y conoce como va a reaccionar en cada situación, independientemente de lo que prefiera hacer, es entonces cuando empieza a aburrirse de si mismo. Y se deja llevar hacia donde vaya la corriente y en el mismo sentido que las agujas del reloj, un reloj al que antes ni siquiera le gustaban las agujas. Te diviertes porque es lo hora de la diversión, te aburres porque es la hora del aburrimiento, te despiertas por que es hora de levantarse y te duermes porque ya son horas. En el ciclo vital en que nos ha tocado movernos, morimos y nacemos en el plazo de una semana. Morimos con su principio y nacemos con su fin. Cientos de veces, miles de veces. Y mientras tanto se suceden las vivencias, diferentes las unas de las otras pero un conglomerado indisoluble e indiferenciable una vez acontecidas y almacenadas en la memoria. Todo cuanto se dice significa lo mismo, únicamente cambian las palabras elegidas para expresarlo, y todo lo que se hace es una repetición, tan sólo difiere el elenco de personajes. Por eso nos cansamos tan rápido de nuestros trabajos, por eso se cansa la gente de la gente, por eso se cansa la carne del hueso y se arruga y se abotarga en un intento de alejarse. Por eso se acaba paseando solo, por eso al final de la semana final se dice que se descansa en paz…
JASAS
JASAS