FACULTADES ACADÉMICO-EMOCIONALES
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Se vio a si mismo paseando alrededor de un feo y tosco edificio construido con las vidas de soñadores de futuro incierto y de certero presente, bajó las escaleras que tantas veces había subido y cerró las puertas que siempre había abierto para que pasase alguien primero. Agolpándose en su cabeza, cientos, miles de frases volvían a ser dichas otra vez por sus dueños, donde quiera que ahora estuviesen, para que se sintiese como en casa una última vez, un pequeño instante de una grandeza eterna. Recogió sus bártulos, que livianos parecían ahora, y andando en lo que le pareció una cámara lenta que sólo afectaba a su propia persona y dando pasos el doble de largos de lo que en él era habitual, tomó el camino cuyas obras acababan de finalizar, levantando el polvo de su apacible dormitar, que fue a depositarse en su piel para endurecer su rostro, la faz del perpetuo viajero que va dejando su impronta en las gentes y los lugares, que allá y acullá lega parte de su destino al destino de todas las cosas, que en los más recónditos recovecos busca la letra “a” en la palabra “típico” y navega incansable hacia el sur del realismo, confiando en poder aguantar en pie el tiempo suficiente para soltar el timón y echar el ancla.
Se vio a si mismo paseando y al doblar la esquina se encontró consigo mismo, se saludo y empezó a charlar, y ya en un bar de amigos, en una cafetería de hablar por hablar, se contó como le estaba funcionando la vida y como lo había hecho hasta entonces. El tiempo pasó volando como lo hubiese hecho una gaviota por un reloj de iglesia, y quedó en volver a verse pronto para olvidar nunca quien en verdad era.
JASAS