VÍA PETREA
Perseo se ha convertido en piedra porque la medusa ha dejado de mirarle y aunque no puede ya moverse, observa como se desliza rápidamente de un lado a otro. Se da cuenta de todo lo que hace y si pudiese le cortaría la cabeza para recuperar su perdida sonrisa. Se ha quedado petrificado en postura de ataque, con la espada adelantada en la mano derecha, y el escudo protegiéndole el pecho en la mano izquierda. Tiene la mirada perdida en alguna parte y un semblante serio y reflexivo recorre su inescrutable rostro, ahora de color sepia. El pelo le cae alborotado como estalactitas sobre la frente por la tensión de momento. Si pudiese hablar, sería para alcanzar un acuerdo de no agresión, para que nadie resultase herido en el enfrentamiento. Recogería su arma y se quitaría la pesada armadura para poder vestirse como cualquier otra persona y regresar al sitio de donde nunca debió salir.
JASAS
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